04 julio 2008

SKAY BEILISON



A los 12, Skay era Eduardo Beilinson. Un niño que llegaba corriendo a su casa desde el colegio y sintonizaba Radio El Espectador, de Montevideo, que se escuchaba perfectamente en La Plata. El programa se llamaba Beatlemanía y pasaba los temas del grupo que marcó el comienzo de la “gran revolución generacional” (Skay dixit). El pequeño Eduardo se enamoró de ese sonido. Estaba terminando la escuela primaria y años antes había aprendido algunas zambas en la guitarra. Pero cuando descubrió los tres acordes de “Twist & Shout” armó un grupo, The Longfellows, con un repertorio basado en los Fab 4 y los Byrds.
El alumno Beilinson se apasionaba con la música y no era afecto a la lectura. Sin embargo, durante el secundario nunca se llevó una materia. Había construido su primera guitarra eléctrica (“el cable que no tenía plug y era una rosca (risas); los que sepan de guitarras sabrán de que hablo”, dice). No era de jugar al fútbol, ni hacía ningún otro deporte. Prefería ratearse del Liceo Víctor Mercante a jugar al billar en tugurios llenos de humo. Algo sabía sobre la explosión del hippismo en el mundo. Pero ni siquiera sospechaba el rumbo que iba a tomar su vida.

En 1967, yendo a Sudáfrica en barco con sus padres, ganó un concurso tocando la guitarra. El premio era un pasaje a Europa, que un año más tarde se transformó en un viaje iniciático junto a su hermano Guillermo. A fines del 68 llegaron al Barrio Latino de París, y participaron de varias revueltas estudiantiles (resabios del emblemático Mayo francés), hasta que de alli se fueron a Londres ("En realidad de Francia nos deportaron. En una revuelta la policía me metió un palazo en la cabeza. Estuve en cana y después nos echaron. Y bueno, fuimos a Londres". “El Che Guevara estaba en las pancartas, y ser sudamericano era peligroso”, recuerda).
Allí se encontraron con su otro hermano, Daniel. Se maravillaron con la explosión del hippismo y vieron un show de Jimi Hendrix en el Albert Hall.

En Londres, Skay recibió un llamado de sus padres, preocupados por el nuevo rumbo que había tomado la vida del joven Eduardo. Negoció, entonces, su regreso a la Argentina. Trajo un amplificador Marshall, una guitarra Grestch, un wah wah y un distorsionador. Volvió a La Plata cargado de discos de Hendrix, Cream, Pink Floyd y Vanilla Fudge. Su concepción del mundo y de la vida ya era diferente. Dejó el colegio, abandonó- para siempre- la seguridad burguesa y la contención de su familia de clase media acomodada y partió a la aventura. Conoció a Poli y, junto a ella, su hermano Guillermo y una comunidad ambulante de delirantes inició un periplo que lo llevó a vivir en: a) un terreno baldío en la ciudad de las diagonales; b) un campo en Pihué, donde intentó vivir de la caza con arco y flecha; c) una casita en Tolosa; d) la selva salteña, y e) San Rafael, Mendoza. Además, se hizo amigo de los miembros de la Cofradía de
la Flor Solar, un grupo hippie de La Plata que contaba entre sus miembros al maestro Rocambole-responsable de la imagen gráfica de Los Redondos y, también, del nuevo proyecto de Skay-y músicos como Kubero Díaz, Morcy Requena y Manija Paz. Formó el grupo Diplodocum Red & Brown (llegó a grabar un simple en 1970) y visitó, en ocasionales paseos por Buenos Aires, el Instituto Di Tella.

Skay Beilinson se cruzó con Carmen "Poli" Castro en 1969 (5 de noviembre de 1969) luego de un concierto conjunto que dieron Diplodocum y La Cofradía de la Flor Solar en el Opera de La Plata. Integraban la poderosa vanguardia hippie platense. Skay ya tenía cierta experiencia política-lisérgica por sus experiencias por Europa. Poli era estudiante de teatro y aquel día del 69 estaba haciendo la obra "300 millones", de Roberto Arlt.
A él todavía nadie le decía Skay: (lo bautizaría poco después, cuenta la leyenda, Marta Minujín en el Instituto Di Tella: "tenes los ojos azules como el cielo" dijo). Ella tampoco era "La Negra Poli".

"Yo tenía la cabeza en llamas -dice Skay-. Volví de Europa con un amplificador Marshall, un pedal de distorsión y uno de wah-wah. Después de Diplodocum me acerqué a La Cofradía, donde llegué a grabar. También formé un trío acústico con Morci Requena y Kubero Díaz. Eramos hippies, vivíamos en comunidad, creíamos en una nueva vida y en un nuevo hombre. Cuando conocí a Poli todo me cerró aún más." Agrega Poli: "Nos fuimos a vivir en comunidad a la Isla Paulina, cerca de Berisso. También estuvimos en Sierra de la Ventana, en Tolosa... Por 1974, 1975 aparece el Indio con Guillermo, el hermano de Skay."

Ese fue el germen de los Redonditos. Skay y el Indio empezaron a componer canciones como Mariposa Pontiac y Un tal Brigitte Bardot. Políticamente la Argentina se estaba oscureciendo: algunos integrantes de las diferentes comunidades hippies o de círculos intelectuales empiezan a ser perseguidos. En 1976 hay allanamientos y desaparecidos. Hay una diáspora y un concierto mítico en la ciudad de Salta. Nacen los Redonditos con un aura misteriosa. Mucho antes de convertirse en la banda de rock más grande de la Argentina, el grupo buscó exorcizar los dolores de la dictadura con performances subterráneas donde se mezclaban estéticas de cabaret, vodevil, rock, teatro y plástica.
Eduardo Skay Beilinson


Guitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Skay editó su primer disco solista en el 2002, acompañado por Daniel Colombres en batería y Claudio Cuartero en bajo, con producción de la Negra Poly. "A través del Mar de los Sargazos" está conformado por canciones que fueron quedando afuera de los discos de los Redondos. «Son ideas muy ricas que, cuando las escuché, me seguían estimulando».

Con Colombres, Cuartero, Oscar Reyna (guitarra) y Javier Lecumberry (teclados) avanzó sobre "Talismán" (2004), una placa de once temas de su autoría y un track, "Boggart Blues", compuesto a dúo con Claudio Kleiman. En "Presagio" participa la cantante lírica Eva Faludi.

Si bien el mito del eterno retorno de Los Redondos estuvo siempre presente, en cada oportunidad que se lo consultó al respecto Skay fue directo: "no me interesa hacerlo por la plata. Si alguna vez ocurre el regreso de Patricio Rey, tendrá que ser con disco nuevo". En 2007 editó "La marca de Caín", una placa con más acento en las guitarras que los anteriores. Con el nombre de Los Seguidores de la Diosa Kali, su banda estaba integrada por Lecumberry (teclados), Claudio Quartero (bajo), Topo Espíndola (batería) y Reyna (guitarra).


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